A Teresa Montrull le apasiona su trabajo y no puede evitar emocionarse cuando habla de sus pacientes. Para ella, ese trabajo consiste únicamente en ayudar a las personas. Decidió embarcarse en esta aventura de la Optometría comportamental hace muchos años, cuando existía un enorme desconocimiento sobre esta materia y poca gente confiaba en su eficacia. Hoy, la historia ha cambiado y la directora del Centro Optométrico Montrull sigue reivindicando su labor y cómo cambia la vida de las personas.
- ¿Cómo definirías qué es el Centro Montrull y el trabajo que hacéis aquí a una persona que no sabe nada sobre Optometría?
El Centro Montrull es un sitio familiar, donde intentamos ayudar a la gente dentro de nuestras posibilidades. Nuestro trabajo consiste en averiguar si una persona tiene alguna dificultad, deficiencia o problema en su visión a causa de la cual pueda tener dificultades para desenvolverse en cualquiera de sus actividades diarias. Bien pueden ser menores con problemas de aprendizaje o bien una persona adulta que tenga una ambliopía u ojo vago, por ejemplo.
¿Cómo surge la idea de abrir el centro?
Durante una estancia en Madrid en mi época universitaria, estudié terapia visual con estudiantes americanos que estaban de intercambio y desde el primer momento me apasionó. Más tarde, volví a Algemesí con mucha ilusión y empecé a proponer a algunas personas hacerles terapia visual sin cobrarles. Sin embargo, se trataba de una cosa muy desconocida y la gente no acaba de mostrar interés. Tenía que correr yo con todos los gastos y, al final, decidí no seguir adelante.
El trabajo que hacemos en la óptica me encanta, pero la Optometría me apasiona. Así que seguía teniendo la idea de la terapia en la cabeza, aunque no me decidía a retomarlo. Por suerte, tengo una persona a mi lado que me apoya mucho y me dijo que, si eso era lo que me gustaba, que adelante con ello. Empecé a buscar cursos, a hacer terapia y, poco a poco, hubo gente a la que empezó a gustarle mucho. A partir de ese momento, decidimos que esta área debía convertirse en una vía distinta para ayudar a la gente, pero queríamos hacerlo de manera adecuada. El espacio de la óptica no nos permitía tener todos los materiales, aparatos e infraestructuras que necesitábamos y decidimos abrir el centro.
- ¿Cuáles son los síntomas que pueden indicarle a una persona que puede necesitar realizar una terapia visual o recurrir a la Optometría?
Síntomas hay muchísimos, más allá de si ves bien o mal. Uno muy típico son los dolores de cabeza. Muchas veces se solucionan con una graduación, pero muchas otras no. Hay personas que no saben utilizar bien su zoom y, por tanto, como están forzando la vista constantemente, acaban padeciendo migraña. Otro caso sería las personas que se marean y creen tener un vértigo. Muchas veces un vértigo no es simplemente un problema de oído. Tiene un componente visual muy importante. Entonces, si este sistema no funciona de manera adecuada, puedes sufrir mareos, siendo el origen de estos visual.
Por otro lado, todas las lesiones cerebrales tienen un gran componente visual. El problema es que los ojos no se suelen asociar con estas dolencias. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, en los últimos años, los ojos ya no se consideran una prolongación del cerebro, sino que se consideran cerebro. Así, cuando alguien sufre una lesión de este tipo, se afecta la visión. Lo que pasa es que no es una cosa física que se ve. Tú estás cojo y es evidente, pero una persona tiene un ojo que no funciona bien y que le está dando por saco al otro y no se da cuenta.
Otro síntoma podría ser un parpadeo constante. A parte de poder determinar un problema de sequedad ocular, esto puede denotar que la persona no puede mantener la vista cómodamente y que parpadea para empezar a mirar de nuevo constantemente.
- Trabajáis mucho con niños y niñas, pero ¿hay una edad límite para recurrir a la Optometría? ¿Una persona con 60 años que detecta problemas de visión debe acudir a terapia visual o ya es demasiado tarde?
No, todo lo contrario. La terapia visual es una estimulación neuronal, es decir, se trata de realizar cambios en el cerebro. Por lo tanto, una persona puede recurrir a ella en cualquier momento de su vida, independientemente de la edad. El ejemplo claro aquí es mi madre. Elle tiene cerca de 80 años, ha asistido a sesiones de terapia visual y hemos podido corregir su ojo vago. Además, las personas adultas son muy agradecidas, porque se dan cuenta de los cambios que les provoca el trabajo que realizamos. Muchas de las personas adultas, cuando terminan con la terapia, nos dicen que no sabían que se podía ver así de bien.
- ¿Por qué crees que la mayaría de pacientes son menores?
Es fácil. Los padres y madres se preocupan mucho por los hijos e hijas. En cambio, las personas adultas asimilamos que somos así o que vemos de una determinada manera y nos acostumbramos. Es cierto que con menores tenemos mucha ventaja, porque ahora muchos profesionales de la psicología, la neuro-psicología y la pedagogía ya conocen mucho este mundo y se dan cuenta de la importancia que tiene para el aprendizaje la visión. A partir de los 6 años y medio, la visión es lo que prima, siempre asociada con la audición, obviamente. Pero el mundo es visual y, ahora, con las nuevas tecnologías mucho más. Además, la preocupación y atención que reciben en el colegio o los malos resultados académicos provoca que se detecten anomalías con más facilidad. También, niños y niñas que, para lo listos que son, no sacan buenas notas o que iban muy bien y, de repente, caen en picado en el terreno académico. Esto se explica porque eran muy auditivos y la visión quedaba en un segundo plano en el proceso de aprendizaje, pero cuando la demanda visual aumentó, no pudieron seguir el ritmo.
- La terapia visual es el más conocido, pero también realizáis terapia auditiva. ¿Qué tiene que ver el oído con la visión o con los problemas del habla, por ejemplo?
La audición y la visión van de la mano, al igual que la parte motora. Un bebé empieza meneándose. Gracias al control motor empieza a ver y, después de esto, empieza a hablar. Los niños y niñas hablan, no solo porque escuchan, sino porque ven a adultos vocalizar. Es una mezcla entre lo que están oyendo y lo que están viendo. Por eso, para nosotros la visión no es solo vista, sino que es audición también. Es la frase típica de “no me chilles que no te veo”. Siempre van ambas de la mano y hay una integración viso-auditiva muy importante. De hecho, en el cuerpo humano no hay nada aislado. Todo está unido en una máquina con un engranaje perfecto y si uno de los componentes falla, falla el resto.
- ¿Cuanto suelen durar los tratamientos?
El tratamiento puede ser muy largo o muy corto, dependiendo de la persona que tienes delante y de la valoración que tú le has hecho. Dentro de la visión, hay muchas habilidades que tú has tenido que desarrollar a lo largo de toda tu vida. Si tienes un problema de habilidades visuales, tan solo hay que trabajarlas y ya está. Por el contrario, si tienes un problema de eficacia y tus habilidades están bien desarrolladas, el tratamiento es otro con otros tiempos, dependiendo de si tienes un estrabismo, una ambliopía o fragilidad binocular, por ejemplo.
- Muchas veces es un trabajo largo y que requiere mucha constancia, ¿verdad?
Exacto. La constancia es clave. Nosotros muchas veces decimos que la base de nuestro éxito es el trabajo de los padres y madres. Porque yo puedo hacer una revisión fantástica y ver dónde está el problema, pero yo necesito al padre y a la madre para que trabajen en casa 10 minutos al día o el tiempo que requieran los ejercicios. Si no trabajan en casa, esto se puede hacer muy largo. Hemos tenido pacientes con los que esperábamos estar un año de tratamiento, pero los padres y madres han trabajado tan bien que en 7 meses hemos acabado. Y el caso contrario: una planificación de 6 meses se alargó más de un año.
- ¿Cómo medís los resultados que obtenéis en los pacientes?
Todo lo que hacemos es a base de pruebas objetivas y estandarizadas. Se repiten cada 7 u 8 sesiones de terapia para medir los avances y comprobar que el tratamiento está generando los resultados esperados. De hecho, en todas las revisiones, obligamos a los padres y madres a estar presentes, porque es una manera de mostrar los resultados de nuestro trabajo. La Optometría es una cosa desconocida y es difícil de explicar si uno no lo ve. Por ello, los padres y madres están presentes en todas las pruebas. Así, pueden observar en primera persona los avances del trabajo que estamos realizando. De hecho, pienso que las pruebas objetivas son muy importantes para hacer un seguimiento del tratamiento, pero también para detectar otros problemas que podemos no haber visto en un primer momento.
- ¿Podrías decirme cuáles son algunas de estas pruebas objetivas?
Pues, por ejemplo, trabajamos con el correctoscopio, la prueba de Banophen, los tests de percepción o las pruebas binoculares. También, tenemos un aparato que registra todos los movimientos de los ojos cuando miras o cuando lees.
- ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Muchísimas cosas. Me gusta todo. Pero si tengo que decir solo una cosa: el cambio en los pacientes a lo largo de la terapia. La parte emocional me toca mucho, porque cambian tanto y están tan contentos. Muchos nos dicen que somos la luz en su vida. Entonces, eso es muy reconfortante. Ver que un niño o una niña acaba el tratamiento y no quiere irse. También, vienen a vernos o pasan los años y seguimos manteniendo la relación. Eso es muy gratificante. Unas gafas son unas gafas. Te las pones y ya ves bien, pero los cambios que produce la terapia visual son más profundos. Cuando les ayudas a ver mejor el mundo, lo entienden mejor. Son más felices y nosotros también.
- ¿Qué le dirías a una persona que se muestra desconfiada frente a la eficacia del trabajo que realizáis en el centro?
Hoy en día, la persona que tenga desconfianza con la Optometría comportamental, la tiene porque quiere. Estudios científicos hay muchísimos y todos se pueden consultar. Ya no solo encontramos dobles ciegos, es decir, estudios en los que seleccionan dos grupos de personas con las mismas patologías visuales y unos reciben terapia y los otros no. Hay que decir que estas investigaciones son muy rigurosas, pero hay gente que desconfía. Por ello, se están haciendo muchos estudios científicos con adultos, no con menores, y testeando los resultados a través de pruebas objetivas, como resonancias magnéticas o potenciales evocados. Así, se pueden ver los cambios que realmente se producen en el cerebro. Con niños o niñas no se realizan porque hacerles una resonancia implica una anestesia y eso también es un problema. Pero lo que decía, son estudios abalados por pruebas científicas y objetivas. Y todos los estudios se pueden consultar. No hay margen para la duda y la desconfianza. La Optometría comportamental funciona y nosotros tenemos muchos pacientes que lo han experimentado y lo pueden contar.